martes, 16 de junio de 2009

No podés no mirarlo.

Un arco iris luego de una tormenta. Proyecta imaginaciones hacia el final, hasta el horizonte de las posibilidades que se multiplican con cada paso. Sed. Mojado por su recuerdo: el mar dulce, agua salada. Solo él lo siente, lo vive, traslucido de pensamientos, puede ser un poco más ángel-demonio, más todo que el resto. Porque de otra manera no puede seguir viviendo. Es su manera de alimentarse de la realidad, de absorberla hacia sí mismo. Él: el centro del mundo. Su mundo. Centrífugo huracán que lo atormenta. Ya no puede escapar. No puede escapar de su guerra y de su paz. Poseído por sigo mismo. Vuela. Hacia el más allá de las cosas que imagina. Sí, definitivamente, brilla en la oscuridad. Chispea.

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